AFROJUVENICIDIOS: UNA GENERACIÓN EXTERMINADA EN LA DIÁSPORA DE QUIBDÓ

AFROJUVENICIDIOS

UNA GENERACIÓN EXTERMINADA EN LA DIÁSPORA DE QUIBDÓ

Por Karina Rivas, Directora Escuela Etnopopular de Escritoras Marielle Franco. Autora Libro Feminismos Andantes. 

Fotos por: Made in Chocó

 

Como cada año desde el 21 de mayo del año 1851, supone la historia contada de un lado estéticamente blanqueado, deberíamos conmemorar la Ley De Abolición a La Esclavización; si, esclavización, no “esclavitud”. Mis ancestros y ancestras fueron ESCLAVIZADOS, no nacieron esclavas, no nacieron esclavos… y fueron libres, no liberados. Esta segunda categoría, así como “pobreza” y no empobrecimiento, “periferia” y no periferización, son el resultado del proyecto de dominación en el lenguaje. Hablar vagamente desde los conceptos post colonos, occidentales, en descuido de la palabra que responsabiliza, deja por fuera el sujeto activo de la culpa, esto es quien infringe el derecho, generando el daño sobre la víctima oprimida, quien causa la vulneración a la vida humana, en este caso a las comunidades afrodiasporicas e indígenas ancestras dueñas indudables de las colombianas tierras. 

Solamente hablamos de 171 años gozando, entre muchas injusticias, de una libertad tomada en el fragor de la aguerrida lidia social: victorias del movimiento contra esclavista poscolonial, blancos abolicionistas, primeras feministas mestizas, gente negra con ira, con rabia, comunidades indignadísimas; después de muchas plantaciones y haciendas quemadas en venganza y anacrónico, con sevicia, después de usar el machete como arma de defensa y no como instrumento de siembra, después de no aguantar más, justo después, pudo ser lograda la regulación a la esclavización, esto es la abolición, lo más cercano que ha tenido la comunidad afro a la libertad. Sin embargo, nada ha sido regalado. Las décadas de años de implementación que continuaron, la norma activa de un estado criollo pensándose los “progress”, paralelo a las órdenes del imperio español, parece no distar mucho de la realidad inmediata y actual: tan dictatorial.

 

La ruptura a todo un sistema de economía discriminatoria y racista sobre las corporeidades afrodiasporicas recién secuestradas del África madre, llevaría un tiempo beneficiando siempre la mano negrera del esclavista siniestro. Ésta, una categoría normativa de mayor ventaja para el amo, hacendado, terrateniente, patriarca, ancestro de quienes nos gobiernan en la actualidad, antepasados de quienes nos mal administran y mandan, tanto en el sector público, como en el industrial.

Se habla de la abolición de la esclavización como un negocio redondo para los hacendados negreros de la época, quienes lograron adquirir dinero del erario (dineros públicos), pidiendo, cómo dirían los archivos históricos, “indemnizaciones” por la cuota de bondad frente al esclavizado y la esclavizada mujer prieta en la colombiana sociedad —clases sociales étnicas libres y emergentes, es lo que la historia blanqueada se rehúsa a mostrar —.

Sin embargo, las memorias de los pueblos se sitúan en lugares que la brocha gris del dominante amo no puede borrar, como las castas librepensadoras de nuestras comunidades ancestrales por su libertad. Ahora es nuestra responsabilidad continuar, máxime con el infierno que costó tal adquisición, el triunfo sobre ningún derecho ha sido conseguido apelando a la consciencia moral y ética del opresor, vea usted:

“…no se trató de un movimiento de ideas y de puntos de vista debatidos en círculos cerrados, sino que fue la movilización social y la agitación de la opinión pública lo que arrancaría de manos de los esclavistas el derecho de los esclavos a ser libres. Los mismos esclavos participaban de tales manifestaciones cerrándole las brechas a la discriminación y a la resistencia que tradicionalmente podía tener la sociedad a aceptar la manumisión. Entre el 20 de julio de 1850 y el 20 de febrero de 1851 se habían logrado manumitir 610 esclavos, una cifra que superaba todos los esfuerzos hechos en cada uno de los distintos años que siguieron a 1821. Finalmente, en un ambiente de agitación política, el Congreso de Colombia dictó la ley de 21 de mayo de 1851 por medio de la cual los esclavos quedarían libres a partir del 1 de enero de 1852 y los amos serían indemnizados con bonos sobre los cuales se reconocería un interés económico" Hermes Tovar Pinzón.

La historia de la humanidad, desafortunadamente, ha estado atravesada por conflictos e intereses de todo tipo y toda manera; la guerra, por supuesto, ha sido un negocio que administra, sustenta y crea un estado de cosas caótico, vulnerando además los derechos humanos fundamentales, ecológicos, económicos, étnicos, con enfoques de género y diversidades, pasando por encima de cualquiera (llámese hombre, mujer, trans, empobrecide, marginade, negre, indígena especialmente); la población afrodescendiente de todo el globo terráqueo ha sido cuota de víctimas en estos conflictos, sin indemnizaciones reales que suministren un bienestar, ni siquiera acciones simbólicas que coadyuven a proteger y sanar la salud mental, o medianamente preservar y conservar las memorias del ser y estar en la tierra.

En el marco de la crisis humanitaria que soportan históricamente las personas, las comunidades y los pueblos afrodescendientes, indígenas, rom, raizales, palenqueras, racializables en los territorios diasporados de Colombia genéricamente, aterrizando la exclusión de esta estructura en la ciudad de Quibdó directamente, en el departamento del Chocó, en su gente, que a mayo del año 2022 los jóvenes afrodescendientes se posicionan en el país como la principal cuota de juvenicidios del país. Esto es el afrojuvenicidio como una categoría punitiva en el derecho penal, donde victimarios y víctimas son en esencia el resultado de la negligencia de estado, como consecuencia del racismo en todas sus dimensiones, especialmente el estructural, especialmente el abandono, especialmente la afectación de todas las maneras de vida, de encuentro y de pervivencia desde todo aspecto del desarrollo y la evolución justa de la humanidad en sus territorios.

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En ese marco contextualizado que visibiliza la lucha anacrónica de un pueblo, nacen las movilizaciones sociales, territoriales y sectoriales actuales (abril, mayo 2022) ante la agudización de la crisis, el conflicto y la violencia locales. Como consecuencia de la perpetuidad de un poder que excluye nuestros pueblos étnicos identitarios nace de la autonomía colectiva, representado desde el sector popular de juventudes interétnicas, donde germina la energía para protestar y manifestar, materializando el derecho justo a movilizar la inconformidad con una serie de marchas que visibilizan la resiliencia de las juventudes afrodiasporicas e interétnicas.

Estas expresiones se dan por medio de la integración de las artes, como poesía antirracista, la danza, la acción performática, fotografía y audiovisual, con enfoque espiritual decolonial. En el marco de la crisis humanitaria y el etnocidio, nacen acciones artístico culturales simbólicas de la protesta y resistencia traducidas en marchas, plantones y caminatas contra la negligencia de la alcaldía —quienes a la marcha salían generando confusión y sumando a sus estadísticas indicadores de gestión — y concluyen en una Primera Asamblea Popular Étnica de Juventudes del Chocó, durante las primeras semanas del mes de abril del año 2022.

Esto llamó la atención del gobierno central colombiano, lo que era el fin inmediato: logras convocar al mandato blanco céntrico, dando a la movilización la altura y la categoría que demanda un ETNOCIDIO DE ESTADO. 

Son 600 jóvenes asesinades en 4 años.

En los compromisos de este ejercicio, posterior a las agendas con los viceministerios, el resultado fue un acuerdo legítimo de la administración local y departamental, frente al alto gobierno y las organizaciones sociales de la ciudad, para dar tratamiento a esta realidad flagelante de nuestras juventudes colombianas afrodescendientes e indígenas, mujeres jóvenes y diversidades del género colonial.

De allí nace el deber de apoyo, financiación y mediación para la segunda Asamblea popular étnica de jóvenes en el territorio chocoano, espacio desafortunadamente instrumentalizado por voluntades corruptas que fingen ayudar mientras rompen y destruyen el tan trillado “tejido social”, esto sin contar con las bandas de microtráfico, las grandes agencias del poder narco paraco y el híper consumismo y la cosificación de las personas en los territorios diasporados.

Las balas escondidas en la selva salen a la cacería de vidas. Jóvenes afro, mestizos, indígenas sin discreción caen a un lado y al otro en aceras, avenidas y calles no calles del departamento del Chocó.

El miedo, el hambre, la ausencia de oportunidades, la negligencia de estatal gestión, el racismo en todo espectro, forma y dimensión, la pospandemia, el tiempo de "posconflicto" entre acuerdos fallidos mientras se vive en la guerra; parecen ser la catapulta de esta crisis humanitaria hacía un plano sin precedentes para nuestros pueblos, comunidades y jóvenes afrodiásporicos.

Que las letras guarden del brazo del tiempo, todo lo que amenaza a olvido, las memorias de una época etnocida. Que el papel y los símbolos escriturales, conserven en sanación las vivencias que la cuerpa hieren y en la mente hacen mella dejando secuelas de perturbación racista. 

QUEREMOS SALIR A LA CALLE SIN MIEDO A SER ASESINADES.

Quibdó – Chocó. 2022

 

Afrocolombianidad, racismo, protestas, resiliencia

 

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